martes, 8 de noviembre de 2011

Carta de Rafael Pérez Álvarez-Ossorio

Mis recuerdos de nuestra cofradía de la “Virgen del Sol” no van más allá de lo que se recoge en mis cartas y que coinciden con lo que recoge tu tío abuelo Manolo que ha aparecido en internet y que sin duda conoces. Sin embargo añado algunas puntualizaciones sobre lo publicado en la web de la hermandad del Sol:


- Nuestra “salida procesional” no fue “en plena guerra civil” sino antes en 1932-36 en plena República.


- Las cofradías no salieron en 1932 (salvo la Estrella de Triana) como protesta por la quema de iglesias de 1931, no porque hubiese ninguna prohibición.


- Tampoco hubo procesiones en 1933 pero en 1934 (con gobierno de centro-derecha) salieron algunas y en 1935 (siendo mi padre teniente de alcalde) todas y con gran brillantez.


- En 1936 fueron obligadas a salir porque al gobierno republicano le interesaba fomentar el aspecto turístico de las hermandades.


- No recuerdo el número de veces que salimos y me atengo a la nota de internet.


- Si me acuerdo con nitidez del recorrido (quizás el primero): desde la casa de tío Perico (tu bisabuelo Pedro Álvarez-Ossorio Fernández-Palacios) en Don Remondo 7 o 9 donde vivía con su mujer tía Antonia Fernández-Palacios y sus doce hijos a la casa de mi abuelo Rafael, San Isidoro 24 donde vivíamos papá y nosotros. Creo que algún año salimos el lunes santo, y permaneció el paso en San Isidoro hasta el miércoles en que volvimos a Don Remondo.


- Nunca, creo, salimos del Colegio aunque sí “hicimos estación” en él como se cuenta en la nota.


- Te recuerdo que casi todos los hermanos fundadores fueron parientes tuyos. A Perico, tu abuelo, hay que reconocerle como autor de la idea y primer hermano; pero además de los que llevaban los apellidos Alvarez-Ossorio y Fernández-Palacios la familia Rojas Marcos aportó muchos miembros como mi entrañable amigo Eusebio hermano de tu abuela Mercedes.


- Te agradezco mucho que a través de los misteriosos caminos abiertos por la moderna tecnología y que a mis noventa años me vienen anchos te hayas convertido en una lector mío.


Un fuerte abrazo,




Rafael Pérez Alvarez-Ossorio